Lo mejor es decir toda la verdad, porque una cosa es enmascarase y otra muy distinta mentir: Mono que Ladra es un tipo disfrazado.
El tipo a los 43 tuvo un infarto de miocardio, y en la unidad coronaria se prometió que si zafaba de esa salía a cantar tangos disfrazado de mono. Y como las promesas se cumplen –o, por lo menos, deberían cumplirse-, y como el tipo cree fervientemente que debe hacerse lo que a uno le dé la gana mientras no perjudique a nadie, aquí está Mono que Ladra.
No se sabe si es una leyenda o una peculiaridad real. Sabemos que en Italia hay miles de dialectos y, según corre la voz, en alguno de ellos "bertuccio" quiere decir "mono". Había que cantar superando un gran trauma de infancia y este Marcelo "Bertuccio", luego de su primer infarto, decidió no morirse sin haber cantado, y para desafiar el trauma de un solo golpe decidió vestirse de "mono". Guadalupe Cuevas, en su investigación tendiente a elaborar el vestuario adecuado, recaló en la idea del "gorila" de peluche. Enrique Santos Discépolo, con su poesía tan afín al "bertuccio" y al "mono", definió, con su repertorio mayoritario, la condición de "peronista" de este "gorila". Mono que Ladra es como un oxímoron.
Tema del long-play grabado en el aula del Jardín de Infantes de la Escuela Nº 19 Distrito Escolar XII "Leandro N. Alem", Fray Cayetano 95, Capital (Plaza Flores), por los alumnos (entre quienes estaba Monito que Ladra a sus 4 años, incursionando por primera vez como solista) y maestros (la señorita jardinera Margarita de López Cross y la señorita de música Lidia Olga Ilario) a cargo del mismo. "La ovejita", tema 1 del lado 2, es composición de Alicia Vaccarezza. Técnico de sonido: José Cortés. Diskorn. Sucesos Mundiales en el Repertorio de la Editorial Julio Korn.
Dedicado por los autores a las señoras celosas, hoy resulta casi una declaración de principios de la polisexualidad, modo contemporáneo y un poco más abarcativo de mencionar la vieja poligamia.
Es un hombre que ha vivido durante cuarenta años la bella esperanza de la fraternidad, y un día, de pronto, a los cuarenta años, se desayuna con que los hombres son unas fieras. (Enrique Santos Discépolo, 1930)
asiste a diversos eventos privados (cumpleaños, despedidas, casamientos), así como también a convenciones, congresos y actos benéficos.
Presentamos la formación de voz (Mono que Ladra), guitarra (Alejandro Caputo) y flauta traversa (Soledad Hermo), acompañados por su asistente (Javier Alemanno) y provistos de un pequeño equipo de sonido con el fin de crear un ambiente sonoro cálido y natural pero con equilibrio de volúmenes. El contratante selecciona los temas entre los que contamos en nuestro repertorio y recibe un demo de regalo, que incluye dos temas instrumentales y ocho cantados, como adelanto del primer disco en pleno proceso de grabación.
Nosotros vamos a vivir. Vamos a vivir una larga, larga fila de días, de noches largas; vamos a soportar con paciencia las pruebas a que nos someta el destino y vamos a trabajar para otros ahora y en nuestra vejez, sin conocer el descanso. Pero Dios va a tener piedad de nosotros. Vos y yo, todos nosotros, vamos a ver una vida luminosa, espléndida, hermosa. Nos vamos a poner contentos, vamos a mirar nuestras desgracias presentes con ternura, con una sonrisa, y vamos a poder descansar. Tengo fe, una fe ardiente, apasionada... ¡Vamos a poder descansar! Vamos a oír a los ángeles, vamos a ver el cielo cubierto de diamantes, vamos a ver cómo todo el mal de la tierra, todos nuestros sufrimientos, se van a desvanecer en la misericordia que va a llenar el mundo entero, y nuestras vidas van a ser tranquilas, tiernas, dulces, como una caricia. Tengo fe, tengo fe...
(Versión de un fragmento de Tío Vania de Anton Chejov.)
Un grupo de científicos encerró a cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de bananas. Cuando uno de los monos subía la escalera para agarrar las bananas los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que se quedaban en el suelo. Pasado algún tiempo, los monos aprendieron la relación entre la escalera y el agua, de modo que cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo golpeaban violentamente. Después de haberse repetido varias veces la experiencia, ningún mono osaba subir la escalera, a pesar de la tentación de las bananas. Entonces, los científicos sustituyeron a uno de los monos por otro nuevo. Lo primero que hizo el mono novato apenas vio las bananas fue subir la escalera. Los otros, rápidamente, lo bajaron y le pegaron antes de que cayera el agua fría sobre ellos. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo nunca más subió por la escalera. Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo con el que entró en su lugar. El primer sustituido participó con especial entusiasmo en la paliza al nuevo. Un tercero fue cambiado, y se repitió el suceso. El cuarto, y finalmente el quinto de los monos originales fueron sustituidos también por otros nuevos. Los científicos se quedaron con un grupo de cinco monos que, a pesar de no haber recibido nunca una ducha de agua fría, continuaban golpeando a aquél que intentaba llegar hasta las bananas. Si fuera posible preguntar a alguno de ellos por qué pegaban con tanto ímpetu al que subía a por las bananas, con certeza ésta sería la respuesta: "No lo sé. Aquí, las cosas siempre se han hecho así".
Tocar en Pompeya fue muy intenso. Hacía meses que no hacíamos una presentación en vivo y, a pesar de la fina sencillez de Nilda y sus compañeros y la familiaridad del lugar, la conciencia permanente de que estábamos en pleno Pompeya, con el Puente Alsina siempre presente a unos metros, dio a la velada una impronta de cuerda floja que puede haber desagradado a quienes no gustan de las expresiones enormemente humanas pero quizá haya deleitado a quienes acuden a las “variedades” para ser inquietos partícipes del riesgo de los artistas. Por ahí vamos.
¡Gracias por los regalos, Museo y Ateneo de Estudios Históricos de Nueva Pompeya! ¡Salú!
Cuenta la leyenda que Júpiter cuando vioa “Ío”, la bella ninfa hija de Ínaco, el dios de los ríos, la tomó contra su voluntad para convertirla en su amante. Para ocultar su adulterio, el padre de los dioses, cubrió la escena del delito con una neblina pesada pero Juno, su esposa,alsospechar que algo estaba ocurriendo, despejando la neblina, bajó a la tierra para averiguarlo. Júpiter, para ocultar a su amante de Juno, decidió convertirla en una vaca pero su esposa comenzó a sospechar de la existencia de este animal y luego de hacerle varias preguntas a Júpiterle pidió que la regalara. Así fue que “Ío”, transformada en vaca, fue entregada a la más celosa de las doncellas que la colocó bajo la custodia de los ojos de Argos.
“Ío” podía pastar o rumiar tranquila durante el día, pero en la noche tenía que regresar con su guardián. Cansada por no poder comunicarse con sus afectos para que la reconozcan, "Ío" le imploró varias veces a su guardián misericordia a través de sus mugidos, pero fue en vano.
Incapaz de hacer un sonido significativo o incluso un gesto inteligible, “Ío” encontró la forma por medio de su pezuña de llegar a comunicarse con su padre. En las arenas del río de Inaco, el mudo animal trazó las letras de su nombre. En este caso dos figuras del alfabeto la i y la o bastaron para narrar todo el relato de la triste mutación.
“Ío” sufrió una metamorfosis debido a que la ninfa se transformó en un animal que no poseía ninguna de las características de la deidad antropomórfica nacida de Ínaco. Pero para hablar de unatransformación verdadera debe haber algo que indique que se ha producido, algo en la nueva forma debe marcar el cambio, un rastro que de testimonio de la mutación: “un elemento ajeno al nuevo cuerpo y a la vez contenido en su interior que se remonte a la forma anterior que tuvo alguna vez”[1]. En el caso de la vaca es la palabra escrita la que revela la metamorfosis.
Como “Ío”, “el Mono que Ladra” nos recuerda la verdad de nuestra mutación. Para que la transformación en hombre haya sido posible debe haber algo que indique que se ha producido, algo que se remonte a la forma anterior que tuvo alguna vez… siendo en este caso, el mono.
Como “Ío” transformada envaca pudo dibujar su nombre en la arena del río de su padre y sin saberlo escribir la totalidad de la escritura humana, quizá sea el hombre que transformado en mono nos revele la capacidad de componer, con palabras, la verdad de su canto.
[1] Ecolalias. “Sobre El olvido de las lenguas”. Daniel Heller Roazen
Tango poco transitado de Enrique Santos Discépolo, casi un opuesto complementario de "Esta noche me emborracho", en el cual el protagonista también se encuentra con su viejo amor en franca degradación física y moral, pero no huye, se compadece de ella, y asume, como si la imagen le sirviera de espejo, su propio fracaso: "Me levanté pa' que vieras cómo estoy, yo que soñaba ser un rey."
Tango (¿humorístico?) abiertamente homofóbico, grabado por Azucena Maizani en ocasión de su estreno, a comienzos de la década del 30. Esa grabación, en muy mal estado, forma parte de los archivos de la Ciudad de Buenos Aires milagrosamente, aunque resulta imposible encontrar la partitura. No se tienen noticias ciertas de que haya sido grabado en otra oportunidad.
Otro Discépolo casi ausente de los grandes repertorios, quizá por la nostalgia que el personaje manifiesta por la monarquía. Expresión de confusión y perplejidad ante la decadencia moral del ser humano. Del grupo de los más famosos "Cambalache" y "Yira yira".