Tocar en Pompeya fue muy intenso. Hacía meses que no hacíamos una presentación en vivo y, a pesar de la fina sencillez de Nilda y sus compañeros y la familiaridad del lugar, la conciencia permanente de que estábamos en pleno Pompeya, con el Puente Alsina siempre presente a unos metros, dio a la velada una impronta de cuerda floja que puede haber desagradado a quienes no gustan de las expresiones enormemente humanas pero quizá haya deleitado a quienes acuden a las “variedades” para ser inquietos partícipes del riesgo de los artistas. Por ahí vamos.
¡Gracias por los regalos, Museo y Ateneo de Estudios Históricos de Nueva Pompeya! ¡Salú!
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