Para que esto suceda se recurre a escenarios de la vida común poniendo en marcha la espiral de apariencias, y los productos y acontecimientos culturales que circulan por nuestra cotidianeidad contribuirán a la dramatización de la realidad apoyando y proveyendo a quien corresponda de pre–textos.
Ante este “estado de lo social”, donde la demostración de la apariencia se espectaculariza, procedimientos éstos que le pertenecen al teatro, deberíamos preguntarnos entonces: ¿Cuáles son las nuevas “llaves” que el teatro utiliza para abrir la sensibilidad y las mentes del público?
El Mono ladra apelando a la intensidad dramática por encima de la demostración espectacularizada de los roles y juega con situaciones “claroscuras”, animadas por los personajes de los tangos, produciendo una dramatización crítica en los marcos de nuestra vida cotidiana.
Con destreza, el Mono moviliza el conformismo ayudando a su público a romper la pasividad con que se aceptan las respuestas de lo social.
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